miércoles, 13 de enero de 2016

Día 0

Nuevamente la paz se ve interrumpida por algo tan efímero como una palabra, y mi descanso se vuelve nada una vez más. ¿Qué tengo que hacer para poder descansar de tu ausencia? ¿Qué se supone que tengo que hacer para que dejes de buscarme? Sé que no volverás, pero aun así vuelves a aparecer en mi ventana, tocando desde el otro lado. No entiendo... tengo claro que tienes a otro... mejor cuerpo, más linda sonrisa, más cerca, ¿para qué mierda me sigues buscando? ¿para qué mierda sigues mostrándote? ¿qué quieres lograr? ¿qué quieres hacer? ¿Es acaso alguna fantasía retorcida en la que tienes todo lo que quieres sin sacrificar nada? ¿O el sadismo de verme caer una vez más?


Quieres verme caer, o quieres verme sangrar... pero descuida, no te daré el gusto. Y te dedico estas palabras como mi última manera de decirte cuanto desprecio tu decisión, tu emparejamiento por despecho, por miedo a estar sola. Treinta y un días de entrenamiento. Treinta y un días de escritura en este mismo blog. Treinta y un días de reflexiones e insomnio. Treinta y un días en los que una vez más no tendrás idea de lo que está pasando en mi vida, pues prefieres enconderte en las sombras antes que enfrentar tu miedo.


No sabes lo que es amar, si eres capaz de decirlo y después buscarme. Escupo en tus pies, solo con la idea de que alguna vez pude amarte. Si quieres verme sangrar, me verás sangrar, pero no serás tú la que tenga la sonrisa en la cara cuando este mes llegue a su fin.

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